- Limpia tu piel.
Mantén la piel sana con un aseo por la mañana y por la noche. Antes de dormir limpia y retira todas las partículas de suciedad, polvo, restos de maquillaje y bacterias que adquiriste durante el día. Por la mañana, lava tu piel para retirar las toxinas y grasas producidas por tu cuerpo mientras dormías.
- Utiliza agua tibia.
Al limpiar tu piel lo mejor es que utilices agua tibia, ni fría ni caliente. Si utilizas agua caliente podrás deshidratar y quemar tu piel; si utilizas agua fría puedes resecarla. Los dos extremos la dañan.
- Si te maquillas debes desmaquillarte.
Al no desmaquillarte evitas que tu piel se regenere causando obstrucciones en los poros, provocando espinillas e irritaciones en tu piel y ojos.
- Utiliza un limpiador suave.
Al limpiar tu rostro lo que quieres es retirar las partículas de suciedad pero no los aceites esenciales de tu piel. Un limpiador agresivo arranca los lípidos y deshidrata la piel.
- Nutre tu piel en la noche.
Cuando dormimos las células se regeneran y es importante aprovechar este momento para nutrir la piel a profundidad. Utiliza productos con retinol, péptidos u otros ingredientes que reparan los tejidos.
- Utiliza un bloqueador solar.
La aplicación de un bloqueador debe ser todos los días con retoques cada 4 horas.
- Come frutas y verduras.
Si el cuerpo está saludable se reflejará en la piel. Intenta comer muchas frutas y verduras con antioxidantes como por ejemplo: fresas, brócoli, tomate…
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